20 de Noviembre de 2024
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julio 10, 2024 9 min
It is the end of work as we know it (and I feel fine)
Más allá de su impacto en el empleo, la rápida evolución de las tecnologías de inteligencia artificial plantea preguntas y debates sobre el futuro deseable para nuestra sociedad que los líderes empresariales no pueden pasar por alto.
“Tengo 25 años. Estos próximos tres años podrían ser los últimos que trabaje. No estoy enferma, ni he decidido convertirme en ama de casa, ni he tenido suerte con mis finanzas y estoy a punto de retirarme. Me encuentro en el umbral de un desarrollo tecnológico que, de concretarse, podría acabar con el empleo tal como lo conocemos”.
Estas palabras, con las que Avital Balwit inicia su artículo “Mis últimos cinco años de trabajo”, marcan el tono de uno de los textos más estimulantes que he leído en los últimos meses. Publicado en Palladium, un magazine no partidista que explora el futuro de la gobernanza y la sociedad, el artículo de Balwit ofrece una reflexión personal sobre un futuro dominado por la inteligencia general artificial (AGI) desde su posición privilegiada como jefa de Gabinete de Dario Amodei, CEO de Anthropic, uno de los principales contendientes en la carrera hacia esa nueva frontera tecnológica.
En este artículo, me centraré en cinco ideas que he extraído del texto de Balwit que creo pueden ser extremadamente útiles para cualquier líder empresarial, no solo como base para la reflexión y el pensamiento estratégicos, sino también para provocar conversaciones profundas en sus organizaciones sobre las posibles derivadas de este cambio tecnológico.
1 ) “La comparación económica y políticamente relevante en la mayoría de tareas no es si el modelo de lenguaje es mejor que el mejor de los humanos, sino si es mejor que el humano que realizaría la tarea».
(The economically and politically relevant comparison on most tasks is not whether the language model is better than the best human, it is whether they are better than the human who would otherwise do that task).
Muchos líderes empresariales tienden a poner el foco en las limitaciones de la IA, en lugar de reconocer la velocidad a la que aumentan las capacidades de esta nueva tecnología. Parecen olvidar que el impacto de la IA no reside en su capacidad para superar los mayores logros humanos, sino en su capacidad para superar al trabajador promedio en sus tareas diarias. La mayoría de los empleos no requieren de genios extraordinarios, sino un rendimiento constante y confiable a un nivel competente, y, cuando la IA alcanza o supera este nivel, se convierte en un competidor formidable para el trabajo humano.
Si la IA puede realizar una gran variedad de tareas de manera más eficiente y rentable que el trabajador promedio, las empresas inevitablemente se inclinarán hacia la automatización, especialmente en aquellos roles donde el esfuerzo humano ya está siendo sustituido por la precisión y velocidad de máquinas y algoritmos. Esta tendencia nos obligará a replantearnos nuestra forma de entender las habilidades humanas y el valor que les damos.
Tradicionalmente, hemos valorado el trabajo humano por unas características únicas que lo hacen diferente, incluso en tareas rutinarias. Sin embargo, si la IA puede replicar o mejorar estas tareas, deberemos reconsiderar a qué habilidades humanas damos valor y cómo las personas pueden mantenerse relevantes en una economía impulsada por la IA. Una transición que podría requerir un cambio de foco hacia ciertos rasgos exclusivamente humanos que, al menos por el momento, la IA tiene dificultades para replicar, como la inteligencia emocional, la creatividad o el pensamiento crítico.
Pero la frase de Balwit también apunta a un desafío político y económico más amplio. A medida que la IA comienza a hacerse cargo de las tareas de los trabajadores promedio, las decisiones sobre dónde y cómo implementar estas tecnologías no pueden dejarse únicamente a las fuerzas del mercado. Gobiernos, empresarios, trabajadores y demás partes interesadas necesitan anticipar el impacto social de un posible escenario de automatización generalizada. La cuestión no es meramente tecnológica, sino profundamente social: ¿Cómo apoyamos a aquellos desplazados por la IA? ¿Qué políticas pueden mitigar los efectos negativos de esta transición? ¿Cómo aseguramos que los beneficios de la IA se compartan ampliamente en lugar de concentrarse en unos pocos?
2 ) «Parece que la vergüenza influye en la infelicidad de las personas en situaciones de desempleo. Esto implica que podrían ser más felices en un desempleo causado por la automatización total, ya que sería casi universal y no significaría un fracaso personal”.
(It seems that shame plays a role in making people unhappy after unemployment, which implies that they might be happier in full automation-induced unemployment, since it would be near-universal and not signify any personal failing).
Existe una creencia compartida de que el trabajo, además de proporcionar estabilidad económica, brinda conexión social, estatus y sentido del propósito. Diversas investigaciones evidencian que, sin trabajo, las personas a menudo sufren tristeza, miedo, peor salud y un aumento de los trastornos mentales, pero estos efectos están influenciados por el contexto.
Por ejemplo, la vergüenza contribuye significativamente a la angustia experimentada durante el desempleo, y a menudo proviene de las normas sociales que equiparan el trabajo con el valor personal y el éxito. Cuando las personas pierden sus trabajos, pueden sentir que han fracasado personalmente, lo que agrava su ansiedad e infelicidad. Sin embargo, los estudios sobre el cierre de fábricas y los despidos durante la pandemia indican que, cuando el desempleo es generalizado y no se atribuye a fallos individuales, la vergüenza asociada disminuye, lo que podría aliviar la carga psicológica.
La hipótesis que plantea Balwit sugiere que, si la automatización se vuelve tan prevalente que la mayoría de las personas están desempleadas y sienten que su desempleo no es resultado de un fracaso personal, sino de cambios económicos y tecnológicos más amplios, el estigma tradicionalmente asociado al desempleo podría disiparse. En un escenario así, donde todos están en la misma situación, el sentido de fracaso personal probablemente sería reemplazado por una experiencia colectiva. Esto podría llevar a un cambio significativo en cómo la sociedad ve el trabajo y el desempleo, fomentando un entorno más compasivo y comprensivo.
Esta idea nos invita a reexaminar nuestras narrativas culturales sobre el trabajo. Actualmente, el trabajo se ve a menudo como una piedra angular de la identidad y el valor personal. Sin embargo, si la automatización total hace que el empleo tradicional se vuelva un concepto obsoleto, la sociedad podría necesitar redefinir el éxito y el valor más allá del trabajo. Esto podría conducir a una comprensión más holística del potencial humano, donde el valor se derive de una gama más amplia de actividades y contribuciones, como la creatividad, la participación comunitaria y el desarrollo personal.
Aunque este cambio hacia el desempleo inducido por la automatización plantea otras preguntas importantes. ¿Cómo encontrarán las personas significado y propósito sin estructuras laborales tradicionales? Aunque es crucial eliminar la vergüenza asociada con el desempleo, también es esencial garantizar que los individuos tengan oportunidades para participar en actividades significativas. La sociedad necesitará crear nuevos caminos para que las personas se sientan valoradas y realizadas, ya sea a través del trabajo voluntario, las actividades creativas, el aprendizaje a lo largo de la vida u otras formas de participación personal y social.
3 ) “Cómo se sientan las personas con su desempleo post-AGI dependerá en gran medida de cómo usen su tiempo, no tanto de cuanto tiempo dispongan».
(How people fare psychologically with their post-AGI unemployment will depend heavily on how they use their time, not how much of it there is.)
Las perspectivas históricas sobre el tiempo de trabajo sugieren que trabajar menos podría ser beneficioso si se gestiona bien. Por ejemplo, los avances tecnológicos han reducido la carga del trabajo doméstico, y la IA podría automatizar aún más tareas desagradables, liberando tiempo para actividades más significativas, como el cuidado de niños o la enseñanza, que implican relaciones personales y es menos probable que se automaticen por completo.
Balwit también establece paralelismos con los aristócratas del pasado, quienes vivían vidas en gran medida desempleadas, llenas de actividades sociales, pasatiempos y actividades intelectuales. Este ejemplo histórico sugiere que una sociedad donde se satisfacen las necesidades materiales sin necesidad de trabajar podría prosperar, siempre que las personas encuentren formas significativas de pasar su tiempo.
Los avances tecnológicos pueden llevar a un renacimiento de la vida personal y comunitaria, donde los individuos tengan la libertad de perseguir pasiones, pasatiempos y conexiones sociales que les brinden alegría y satisfacción. Los ejemplos de Balwit—hacer ejercicio, pasar tiempo con los hijos, socializar con amigos—son actividades que fomentan la salud física, el bienestar emocional y los lazos sociales, son inherentemente gratificantes y proporcionan un sentido de logro y conexión, cruciales para la salud psicológica.
Sin embargo, el éxito de la transición a una sociedad así depende de varios factores. En primer lugar, debe haber un cambio cultural en cómo percibimos y valoramos el tiempo fuera del trabajo. Actualmente, gran parte de nuestra identidad y autoestima están vinculadas a nuestros roles y logros profesionales. Adoptar un estilo de vida donde el valor derive de actividades no relacionadas con el trabajo requiere una redefinición de lo que entendemos por éxito. Por ejemplo, la sociedad debe aprender a honrar y apreciar las contribuciones que las personas hacen fuera del empleo tradicional, ya sea a través del cuidado, el servicio comunitario, las actividades artísticas o el crecimiento personal.
Además, el punto de Balwit destaca la importancia del compromiso activo y el uso intencional del tiempo. Simplemente tener más tiempo libre no conduce automáticamente al bienestar. Las actividades pasivas, como el exceso de tiempo frente a la pantalla o el aislamiento, pueden llevar a resultados psicológicos negativos. Por esto, es esencial fomentar y facilitar estilos de vida activos y comprometidos. Esto podría implicar la promoción de la aptitud física, el aprendizaje a lo largo de la vida, la participación comunitaria y la expresión creativa.
Finalmente, es fundamental que las personas tengan acceso a los recursos que permiten actividades satisfactorias. Hoy en día no todos tenemos igual acceso a oportunidades para hacer ejercicio, educarnos, interactuar socialmente o realizar actividades creativas, pero en un futuro sin empleo será imprescindible pensar políticas e infraestructuras que garanticen que todas las personas tengan los medios para participar en estas actividades.
4 ) «Un renombrado investigador de IA me dijo una vez que está practicando para la era post-AGI con actividades en las que no es particularmente bueno: jiu-jitsu, surf, y similares, y disfrutando de hacerlas incluso sin excelencia«.
(A renowned AI researcher once told me that he is practicing for post-AGI by taking up activities that he is not particularly good at: jiu-jitsu, surfing, and so on, and savoring the doing even without excellence.)
Disfrutar de las actividades sin la presión de ser excelente es crucial para un futuro donde la AGI podría superar las capacidades humanas en muchos campos. Desafía la noción común de que nuestro valor está ligado a nuestra competencia o productividad. En su lugar, nos invita a encontrar satisfacción y significado en el proceso de hacer, en lugar de en el resultado. Participar en actividades simplemente por el placer que brindan puede cultivar un sentido más profundo de satisfacción y bienestar.
La idea subraya la importancia de adoptar una mentalidad de principiante, caracterizada por la curiosidad, la apertura y la disposición para aprender. Esta mentalidad es esencial para adaptarse a un mundo donde las métricas tradicionales de habilidad y logro pueden dejar de aplicarse. Al participar en actividades fuera de su zona de confort, las personas pueden desarrollar resiliencia, adaptabilidad y una perspectiva más amplia sobre lo que constituye una vida plena.
Valorar más la experiencia que el resultado también puede mitigar la presión social de sobresalir y competir constantemente. En un mundo post-AGI, donde las máquinas podrían manejar la mayoría de las tareas con mayor eficiencia, la experiencia humana podría centrarse en la exploración, la creatividad y la satisfacción personal.
Además, esta perspectiva nos anima a redefinir el ocio y el trabajo. En una sociedad donde el trabajo ya no es una necesidad, las actividades de ocio podrían adquirir un nuevo significado. Podrían convertirse en vías para la autoexpresión, la construcción de la comunidad y el aprendizaje continuo. Al valorar las actividades por el gozo que brindan, podemos crear una cultura que celebre diversas formas de compromiso y realización personal.
Este enfoque también puede fomentar una sociedad más inclusiva y compasiva. Cuando la excelencia deja de ser el objetivo principal, hay más espacio para que todos participen y contribuyan de manera única. Esta inclusión puede fortalecer los lazos sociales y crear un sentido de humanidad compartida, donde las personas se unen para disfrutar de actividades sin la presión de la competencia.
Finalmente, esta mentalidad puede prepararnos para las preguntas éticas y existenciales planteadas por la AGI. Si las máquinas pueden superarnos en muchas áreas, ¿qué significa ser humano? Al centrarnos en el gozo del viaje en lugar del destino, podemos encontrar significado y propósito más allá de los roles y logros tradicionales, en un nuevo enfoque que enfatice la capacidad inherentemente humana para el asombro, la creatividad y la conexión.
5 ) “Creo que si realmente pensamos que estos sistemas serán capaces de reemplazarnos no hay razón para pensar que no serán capaces de ayudarnos en nuestra búsqueda de significado».
(I believe that if we really think these systems will be able to replace us, there is no reason to believe they will not also be able to help us in our search for meaning.)
Es decir, si la IA puede alcanzar un nivel de sofisticación que le permitirá reemplazar a los humanos en muchas tareas, debería poseer una comprensión profunda de esas tareas y sus contextos. Esta comprensión podría redirigirse hacia la mejora de la vida humana más allá de la mera realización de tareas, con lo que, en lugar de ver la IA únicamente como un competidor o reemplazo, también deberíamos apreciar su potencial para enriquecer nuestra experiencia humana, especialmente en áreas donde buscamos significado y realización profunda.
Las palabras de Balwit nos invitan a reflexionar sobre cómo podríamos aprovechar la IA para mejorar nuestra búsqueda de significado. Por ejemplo, la IA podría asistir en el desarrollo personal ofreciendo experiencias de aprendizaje personalizadas, ayudando a las personas a explorar nuevos intereses y habilidades. También podría proporcionar información sobre nuestros comportamientos y preferencias, guiándonos hacia actividades y búsquedas que se alineen con nuestros valores y pasiones. De esta manera, la IA podría actuar como un catalizador para el autodescubrimiento y el crecimiento personal.
Además, el potencial de la IA para ayudar en nuestra búsqueda de significado se extiende al ámbito de la creatividad y la innovación. Al colaborar con la IA, los humanos pueden empujar los límites de lo que es posible en el arte, la ciencia y la tecnología. La IA puede ayudarnos a explorar nuevos paisajes creativos, descubrir patrones y conexiones previamente invisibles e inspirar nuevas formas de expresión.
Asimismo, la IA puede facilitar conexiones humanas más profundas y ayudarnos a satisfacer nuestra necesidad intrínseca de interacción social y pertenencia. Por ejemplo, puede ayudar a construir comunidades de individuos con ideas afines o, por qué no, con ideas discrepantes, donde las personas puedan compartir experiencias y mantener relaciones significativas y enriquecedoras.
La visión optimista de Balwit también sugiere que la IA podría ayudar a abordar algunas de las preguntas existenciales que han preocupado a la humanidad durante mucho tiempo. Con su capacidad de analizar cantidades ingentes de datos y sintetizar conocimientos de varios campos, la IA podría ofrecer nuevas perspectivas sobre cuestiones filosóficas y éticas, ayudándonos a navegar por las complejidades de la existencia humana. En este sentido, la IA podría ser una compañera en nuestros viajes intelectuales y espirituales, proporcionando conocimientos y reflexiones que profundicen nuestra comprensión de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.
En cualquier caso, para que la IA realmente ayude en nuestra búsqueda de significado, deberemos ser muy cuidadosos con como la diseñamos e implementamos. Los sistemas de IA deberán respetar la autonomía, la privacidad y la dignidad humana. Y esto requerirá un esfuerzo colaborativo entre tecnólogos, expertos en ética, empresarios, gobernantes y la sociedad en general para asegurar que las soluciones de IA que creemos estén alineadas con nuestros valores y aspiraciones.
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Foto de Alex Bertha en Unsplash
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